“Cuando lo conocí, (fue en la escuela nocturna, por medio de un amigo en común), yo tenía dos hijos de una pareja anterior. Era soltera. Una nena de dos años, ahora tiene 14 y un varón de cinco, hoy ya casi de 18. Nos enamoramos y al poco tiempo nos fuimos a vivir juntos, él no tenía buena relación con sus padres, su madre lo había abandonado. Yo sabía que él tenía problemas, fumaba marihuana, pero solo los fines de semana. Siempre fue un buen padre, un excelente esposo y por sobre todo una buena persona. Sin embargo todo se derrumbó cuando conoció esa maldita droga: la cocaína”. 

Preservamos la identidad de esta mamá y también la de toda su familia. Su ex esposo es drogadependiente, realizó tratamiento pero según contó ella hasta hoy no pudo sobreponerse de este flagelo. 

Puede ser una historia similar a la de muchos, esa que conmueve y paraliza porque siguen luchando contra esa oscuridad que asecha cada vez más y de la que muchos intentan, pero no logran escapar. 

El relato continúa. “Todo comenzó en el 2008, cuando yo estaba embarazada de nuestro segundo hijo. Tuvimos una nena primero, pero somos una gran familia con mis cuatro hijos. Él empezó a tener problemas en el trabajo, la economía no andaba bien aquí en Las Parejas, y esa situación, sumada quizás a su personalidad, hizo que cayera en eso: el consumo de cocaína”. 

Esta mamá mencionó que por muchos años intentaron ayudarlo, más de 10. De todas las formas, e incluso estuvo por largo tiempo internado en un instituto de recuperación de adictos en Cañada de Gómez. Pero nada sirvió. Hoy, sus hijos no están con su papá. Decidió irse. 

“Hicimos de todo para ayudarlo” 
Su voz se quiebra. Pero no quiere dejar de contar esta historia. Quiere a través de su voz, reflejar el dolor y las huellas que dejan las drogas y la necesidad urgente de acciones concretas de concientización para evitar que los jóvenes caigan en ella. 

“Cuando él se fue me dejó sola con toda una familia. Tuve que esforzarme más, trabajar más, y criar a mis hijos sola. Tengo el orgullo de decir que pude salir adelante y sigo luchando por ellos, pero es lamentable de que lo que él no ve ahora de sus hijos no lo podrá ver más, porque el tiempo pasa, ellos crecen y hay cosas que se pierden”. 

“Él dejó un vacío que no se llena con nada.  Es como que está pero no está y cuando está hace daño porque se lo ve mal. Deseo de corazón que se recupere, por mis hijos, porque lo quieren y porque él no es una mala persona, tiene un buen corazón”. 

Robarles para consumir
Esta historia puede ser similar a la de tantas familias. No está de más decir que caer en una adicción trae consecuencias muy negativas en el organismo. Y por sobre todo, en el órgano más importante: el cerebro. Y que las drogas pueden llevar a una persona a autodestruirse.

“Llegó un tiempo en que eso (la cocaína) podía conseguirlo en cualquier lado. Era muy común que todos tuvieran acceso a eso, el tener fácil esa porquería es lamentable la secuela que les deja, no solamente se daña él sino que afecta a toda la familia”. 

Esta mamá nos contó que desde que su esposo comenzó a consumir cocaína su relación empeoró pero en ningún momento, en esos primeros años, sus hijos se dieron cuenta de lo que estaba pasando. Sí, al pasar el tiempo cuando ya la situación fue insostenible. 

En primera persona
“A partir de ahí fue horrible. Lo padecí sola, nunca quise que ellos se enteren en ese entonces de lo que pasaba. Pero empeoró muchísimo la situación. Estuvo internado en Nazareth en Cañada de Gómez, hicimos de todo por ayudarlo pero no lo supo manejar. No es que no haya tenido la ayuda, tuvo todo lo que necesitó. El Estado se hizo cargo de su tratamiento, me ayudaban a mí para que lo pudiéramos ir a verlo con mis chicos. Fue horrible ir allá porque era como una cárcel, te revisaban, te daban una charla previa, no era un lugar para nosotros, pero fuimos por él”. 

“Mis hijos lo quieren, no hay más padre que él para ellos. Pero fue perdiendo un poco de su comprensión. Llegó al punto de robarnos, de robarme para poder conseguir dinero y consumir”. 

“Al principio fue muy doloroso. Verlo en la situación que él se encontraba era horrible, pero estaba dañando a mi familia porque nos sacaba lo que teníamos. Nosotros no tenemos casa propia, alquilamos, y era muy difícil llegar a fin de mes, pagar el alquiler, los impuestos, porque él lo que había de valor se lo llevaba. Después se arrepentía y decía que iba a cambiar pero siempre era lo mismo”. 

“Cuando él se fue, lo hizo por eso. Se llevó casi 13 años de mi vida. Luche incansablemente porque yo quería una familia porque él no es una mala persona, es un adicto y un adicto de por si no se quiere. Por eso digo que lamentablemente me costó mucho asimilar que yo no podía hacer nada, dar vuelta la página y seguir”. 

“Hoy todos los días me levanto pensando lo mismo de que mis hijos no vean al padre en la manera en que anda. Ellos necesitan a su papá pero esa maldita sustancia le sacó el privilegio, el placer de disfrutar de su padre, desgraciadamente es muy difícil para ellos. Pero estoy yo y mientras tenga vida voy a hacer hasta lo imposible para que ninguno de ellos, siquiera alguna vez, toque esa basura, esa porquería”. 

“Las drogas no solamente afectan al adicto sino a todo su entorno, destroza la familia, separa los vínculos. Y sé que no se va a poder erradicar esto, que va para peor y lamentablemente solo nos queda concientizar a los jóvenes y hacer una labor de concientización. Este es un pueblo chico y todos saben dónde venden, y sin embargo todos nos acostumbramos y eso está mal, está muy mal”. 

“Ellos, los adictos, tienen un momento de lucidez y eso es muy doloroso. Es como estar en un infierno, como estar en una guerra, donde no existe más nada que dolor y sufrimiento”. 

(N.F)