La Dra. Gabriela Barrera es investigadora del CONICET y
desarrolla sus actividades en el Instituto de Ciencias Veterinarias del Litoral
(ICiVET-Litoral).
“El grupo de investigación del comportamiento en cánidos (ICOC) en el que trabajo pertenece a un rama de la psicología que tiene sus bases en la biología evolutiva y la psicología experimental”, explica .
“Específicamente, nuestras investigaciones se centran en conocer las capacidades comunicativas que los perros domésticos despliegan en su relación con las personas, y además estudiar cómo el aprendizaje asociativo interviene en los mecanismos de la comunicación”
Comunicación canina
Los cánidos son un grupo de mamíferos que se caracterizan
por ser digitígrados, es decir, que caminan apoyando solamente los dedos de sus
patas. A esta familia pertenecen los perros, zorros, coyotes y chacales entre
otros. La Dra. Barrera y su grupo trabajan con perros y usan a los zorros pampa
o de monte, como grupo de control ya que son animales no socializados ni
domesticados.
Como el resto de los animales, los cánidos tienen varias
formas de comunicarse. “En las últimas décadas se descubrió que los perros
poseen notables capacidades cognitivas que les permiten utilizar claves
comunicacionales con las personas. Una de las señales más relevantes es la
dirección de la mirada a la cara del humano en una situación de conflicto”.
Barrera contó que uno de los contextos que estudiaron fue poner la comida a la vista
del animal pero fuera de su alcance. Frente a esa situación los perros dirigían
la mirada hacia los humanos para darles a entender su necesidad.
La psicóloga contó que los perros no sólo se comunican sino
que también son capaces de detectar y utilizar claves sociales comunicativas
humanas, como el señalamiento o la posición del cuerpo para tener éxito en una
tarea, por ejemplo para encontrar comida oculta. “Es decir, que emiten y a la
vez se valen de nuestras claves comunicativas”, destacó la investigadora.
Perros de refugio y
domesticados
Como buena psicóloga, un dato clave que Barrera tuvo en
cuenta en estas investigaciones fue la situación en la que creció el perro. En
un trabajo sobre las miradas publicado en 2011, analizaron perros de refugio y
los contrastaron con perros que viven en familias. “En una fase que se denomina
extinción, que es cuando dejamos de reforzar una conducta, en este caso, cuando
dejábamos de darle comida ante la mirada del perro, encontramos que los perros
de refugio tenían menor mirada comparada con los perros de familia. Esto se
debe a que la historia previa de aprendizajes en las interacciones con las
personas durante la ontogenia modularía esta respuesta comunicativa”.
Los perros de refugio también mostraban una respuesta
ambivalente ante la presencia de extraños, y aún cuando demostraban miedo,
predominaba el acercamiento al humano, porque eran perros que estaban en una
situación de privación social.
Estos y otros estudios demuestran que el vínculo de los
cánidos con las personas es muy importante y su carencia puede generar estrés o
problemas de conducta. “El vínculo con las personas es fundamental. Incluso se
encontró que ante la separación del dueño se generan ciertos comportamiento de
ansiedad y búsqueda de contacto como puede generar un bebé humano o de
chimpancé ante la separación de su figura de apego”.
El grupo ICOC todavía
no trabaja en cómo afectan los perros al comportamiento humano pero sí tienen
una línea abierta que analiza la interacción de las personas con el perro
doméstico y tienen pensado crear una
línea para analizar el beneficio mutuo de la relación humanos-perros.
Al ser un área de vacancia, hay todavía mucho camino por
recorrer y es necesario sumar a más personas de otras disciplinas para que se
extiendan las líneas de trabajo. En la actualidad, en el ICiVET-Litoral trabajan dos investigadores y alumnos que
realizan sus prácticas profesionales. En Buenos Aires hay otros dos investigadores más (lugar donde trabaja la
directora del grupo), y en Bahía Blanca otro investigador becario. “Es una
línea nueva del CONICET que se abrió hace siete años. El área no es muy
conocida en la Argentina y trabajamos a nivel interdisciplinario, integrando la
Psicología comparada con la ecología del comportamiento y la etología,
abordando el tema en conjunto”.
La condición básica para ser parte del grupo es el gusto por
la investigación y por los animales. Barrera tiene cinco perros y aunque hizo
un poco de experiencia clínica en psicología lo suyo es la investigación con
perros. “Cuando me recibí en Buenos Aires la Dra. Mariana Bentosela y Alba
Mustaca crearon la línea de cognición social en cánidos. Yo había hecho algo de
eso en mi carrera de grado y me fueron invitando para hace registros de perros.
Después comencé mi doctorado en la Universidad Nacional de Córdoba y entré a
trabajar con ellos. Hice un poco de clínica pero lo mío está más en la
investigación y si es con animales mejor porque me encantan”.
Texto: Prensa UNL Audio: Los Protagonistas